jueves, 7 de marzo de 2013

ANDALUCÍA EN MI CORAZÓN

Introducirse en la historia de Andalucía es disfrutar de las fascinantes sucesiones de batallas, ideas e invasiones, venidas de una de las tierras que más ha contribuido a enriquecer la memoria reciente de la humanidad. Desde los fenicios las mejores civilizaciones han formado parte de esta región, batallas que definieron imperios como los de Napoleón y Aníbal entre otros, capital del gran imperio Califato y reserva cultural de Europa, conquistas y gestión de nuevos mundos, posible ubicación del mítico reino platónico de la Atlántida e incluso lugar de origen, nada menos, que de los Reyes Magos.
Vivir en un lugar tan privilegiado no ha sido fácil para los andaluces, pues el constante sometimiento de las diferentes civilizaciones y las innumerables influencias han hecho del carácter andaluz una mezcla de matices donde se encuentra un gran carácter abierto y acogedor dispuesto a enseñar y aprender de otras culturas importantes. Esa actitud se denota incluso en el habla de nuestra maravillosa tierra donde en pocas palabras son capaces de dar mucha información que enriquecen la transmisión.
Muy claro ejemplo en nuestros ceceo en boca de casi todos los andaluces que puede tener o no su gracia, pero es lo mejor que tenemos del mundo. Un ceceo imitados por un gracioso sin gracia que resulta patético y a la vez produce resultado de envidia acerca de nuestra forma de hablar y de comunicarnos entre andaluces. Como ridículo es también el empeño de usar constantemente en la televisión y en cine el típico juerguista flamenco. Resulta irritante las numerables veces que nos etiquetan a los andaluces como a unos incultos que vivimos del subsidio y no servimos para trabajar. Cuando esta tierra ha dado tantos referentes culturales de los más importantes a nivel mundial como Séneca, Velázquez, Picasso, Lorca, Machado, Juan Ramón Jiménez entre otros de los maravillosos e importantes andaluces que hacen de nuestra tierra lo que verdaderamente es. Y de los que debemos luchar como lo hicieron nuestros hermanos, padres y abuelos contra la injusticia y del señorito explotador y el latifundio improductivo, o del desprecio de innovación y emprendimiento, que están más a la actualidad que nunca. Los que tenemos suerte de seguir viviendo en nuestra maravillosa tierra y de seguir labrando nuestros campos conocemos otra realidad, la de los amigos con sobresaliente preparación que han tenido que marchar a otras tierras para encontrar un empleo por culpa de una clase política que no sabe reconocer lo que tenemos en España y sobre todo en Andalucía de la que no se saca provecho más qeu para enriquecerse ellos cada vez más y dejando a la población andaluza más pobre y con menos recursos para seguir formando a nuevos niños andaluces que nacen cada día con ganas de aprender y de mostrar a todo el mundo lo mejor de nuestra tierra pues mire por donde quiera mirarla desde el mar o desde las montañas o incluso desde las llanuras lo preciosa e insuperable que es, sin olvidar a su gente.
Sin embargo, eso no se reconoce, porque es más fácil y recurrente despreciar al andaluz y ridiculizarlo como un ignorante. Partíamos con siglos de retraso porque los dueños de todo, de la intolerancia también, no permitieron nuestro progreso. Incluso en tiempos intolerantes fueron silenciados nuestros genios, tachados de rojos por los mismos qeu ahora los santifican, auque tal ignominia no solo ocurrió en nuestra tierra. Fue más fácil ponernos al día. Y aún estamos en ello. Aunque nos queda camino que recorrer. Claro está. Pero nada de eso justifica tanta imcomprensión, tanta actitud despreciativa, tanta contumancia. No nos sobra la petulancia. Nos sobra la dignidad.


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